jueves, 18 de julio de 2013

El malestar del profesorado en la UJA




La interpretación y aplicación del R.D. Ley 14/2012, de 20 de abril, de medidas urgentes de racionalización del gasto público en el ámbito educativo en la Universidad de Jaén se tradujo en la suspensión temporal de 50 contratos de profesor asociado y en la no renovación de 59 contratos de profesor contratado interino a finales del curso 2011/2012 (datos del Consejo de Gobierno de 31 de julio de 2012). La ampliación de la carga docente de 24 a 32 créditos de dedicación redujo la necesidad de personal docente de acuerdo con los recortes presupuestarios impuestos por el Gobierno.

Sin embargo, aunque entendemos que este esfuerzo se vea compensado en términos económicos, nos tememos que estas y otras medidas de ajuste presupuestario (por ejemplo, subida de tasas de matrícula y reducción de becas, aunque ha de reconocerse el esfuerzo de la Junta de Andalucía para mitigar los efectos de la primera) están instaurando las condiciones que se ponen como excusa para justificar la privatización de la universidad pública y son, desde nuestro punto de vista, las que afectan al capital humano que sostiene nuestra universidad. Entre otras,
  • La fragmentación entre los colectivos laboral y funcionario del profesorado que, al margen de la casuística de cada área o departamento, asumen la misma carga de trabajo (o incluso más, en el caso del personal laboral) sin tener las mismas condiciones laborales ni el mismo reconocimiento. Especialmente malévola es la oportunidad que tiene el colectivo del personal laboral de someterse a la evaluación de la actividad investigadora (sexenios), que ahora constituye la vara de medir para asignar la carga docente, sin percibir remuneración económica alguna en caso de superar las evaluaciones.

  • El reajuste de las condiciones en la que se imparten las clases provocadas por el reajuste en la plantilla. Por ejemplo, reestructuración o eliminación de grupos de prácticas, o la imposición de asumir nueva docencia en función de las necesidades que puedan ir surgiendo. Es inevitable que la calidad de la enseñanza del modelo Bolonia se vea afectada y que el objetivo de mejorar las universidades devenga en una quimera.

  • Pero, sobre todo, el cambio en las reglas del juego provoca un perverso efecto, la desmotivación y desmoralización general de la plantilla: la incertidumbre respecto a la carga de trabajo, las limitaciones presupuestarias en investigación, el sometimiento continuo a evaluaciones y a cambios en el nivel de exigencia, el desequilibrio entre la promoción del profesorado funcionario y la estabilización del profesorado laboral, la impotencia ante el alumnado que debe abandonar sus estudios por motivos económicos (se estima que en torno a un centenar este curso, según datos de la prensa local), etc. son variables psicosociales que se pueden medir y evaluar, a las que no se les están dando importancia, y que son determinantes en el bienestar y el buen hacer de la plantilla y, por tanto, en la buena marcha de la universidad (esto es, de la calidad y excelencia de las que tanto se hablan). Con demasiada frecuencia se nos olvida que detrás de los números hay personas.
En definitiva, esta Asamblea considera que una política universitaria centrada en el modelo neoliberal y que se limita a aplicar las reformas impuestas por el gobierno central, las cuales son asumidas de manera más o menos explícita por el propio gobierno andaluz (véase por ejemplo, el Acuerdo con el sistema público por Andalucía, firmado el pasado 19 de junio), sin cuestionarlas, está faltando a su función de ejercer y promover un pensamiento crítico, tan necesario en estos tiempos, y por tanto de constituir un instrumento real de transformación y progreso social.

Por todo ello, esta Asamblea insta al equipo de gobierno de esta universidad a que reoriente su política hacia un nuevo modelo que recupere las auténticas funciones de la universidad pública (que ningún estudiante debería tener que abandonar por razones económicas), una política en la que el capital humano de esta universidad sea protagonista y que contribuya a la (re)construcción de un entorno social, democrático, equitativo, igualitario y sostenible. La “hoja de ruta” anunciada por el secretario general de Universidades (La Vanguardia, 11 de julio de 2013) que pretende iniciar el camino para la transformación de las universidades constituye el próximo reto. Reaccionemos. Todos.

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